Mi tratamiento y los 4 fantásticos

Nicolás nos cuenta su experiencia con “Los 4 fantásticos” refiriéndose a los 4 líderes terapéuticos del programa de adicciones masculina en Sol de los Andes: Dayra Guacas, Fernando Henao, Ramiro Quintero Roberto  Caicedo y cómo le ayudaron en su experiencia en Sol de los Andes. 

Esta es la voz de Nicolas: 

Antes de ir a Sol de los Andes  yo tenía un concepto muy fijo de mi situación, pensaba que no se podía cambiar. Esto iba  muy relacionado con la parte social,  una cree bobamente  que si estoy triste  entonces me voy a tomar, si  me dejó mi novia tomo,  si gano Colombia tomo, si perdió Colombia tomo. De una y otra manera el consumir alcohol se empieza a mostrar socialmente  como si fuera una solución, cuando la verdad es que no es ninguna solución, lo que hace es empeorar el problema, pero yo me quedé en esa creencia. 


 Mi gran cambio fue romper con esas creencias y ese paradigma, el cual se dio gracias a personas que yo no conocía,  con quienes solo había compartido muy poco tiempo al comienzo de mi experiencia en la Clínica Sol de los Andes, personas que me decían por algún motivo que creían en mí. 


Yo me decía a mí mismo:  ¡Pero si en mi casa, no creen en mí! Si yo no creo en mi, ¿Por qué personas que no conozco me dicen que creen en mí? ¿Qué miran? ¿Qué no miran? o ¿Qué ven que yo no veo? Al comienzo pensé que como tengo una formación en el área comercial, entonces supuse que estaban negociando conmigo, que estaban en una especie de tire y afloje, por eso caí en un escepticismo  sobre si era en serio que creían en mí. Pero  me fuí dando cuenta que eran palabras sinceras y sin ningún interés, por que me pregunté ¿Qué ganan ellos al creer en mí? Pensé: no ganan ni pierden nada, por eso me di cuenta  que no había ningún interés, más que  el creer en en el potencial que veían en mí de cambiar profundamente mi vida. Esto me ayudó a dar el primer paso hacia mi recuperación. 


Esto mismo me sucedío con cada uno de los líderes terapéuticos. La líder Dayra fue una persona muy fraternal. Uno llega muy asustado y con muchos perjuicios, ella fue quien me dio esa bienvenida diciéndome, “mira, todo va  a estar bien, no va a pasar nada malo, yo estoy aquí, esto funciona así, no tengas miedo”. Ella fue quien me introdujo a Sol de los Andes e inmediatamente se me quitó el susto y empecé a comprometerme en serio, ¡al punto que hice algo loco! Solo una vez y en un momento se me cruzó la idea de irme, y en ese momento me metí al baño y me afeité las cejas! Dije, “tendrán que crecer  y no me voy hasta que no crezcan” Lo bueno fue que dentro de lo loco,  los líderes resaltaron mi compromiso con permanecer en el tratamiento y de paso resaltaron el ejercicio que esto representó para dejar la vanidad, que era gran parte del problema con mi adicción. 


Seguí avanzando en el proceso  y tuve muchas interacciones con el líder Fernando quien me ayudó en los momentos difíciles. Yo no pensé que él era de las personas que iban a dar un consuelo porque se veía muy estricto, pero cuando hablamos,  él pudo llegar hasta la esencia y el punto central de del dolor que estaba pasando, al encontrar el punto, y de forma clara me dijo: “ las cosas son así, y las debes ver así, porque si no  podrían pasar 10 mil años y no va a a haber un cambio”. Este sacudón me ayudó inmensamente. 


El líder Roberto Carlos, con quien también tuve mucha empatía,  también creía mucho en mí. Él me enseño el  verdadero sentido de las motivaciones  como “creo en mí, í puedo”. Estas motivaciones y comprender su sentido empiezan a llenar en mí la parte espiritual y empezaron a tener el efecto de recobrar mi propia autoestima.  Yo me preguntaba siempre ¿Por que alguien que no me conoce viene a decirme que yo sí puedo, que yo soy el mejor? Pero me  continuaron retando a expresar cosas positivas. 


Usualmente tenemos ese concepto de amigos como aquel  que nos lleva a algo,  el amigo que es bien malo, o  el que es bien travieso,  o el que nos lleva a x o y, pero  en mí tratamiento comprendí el concepto de amistad  en un contexto totalmente diferente. Con personas que no conocía,  empecé a tener empatía, todos íbamos hacia una misma meta, con realidades totalmente diferentes de cada persona  y todos íbamos hacia el mismo lado, unos cayendo en el camino, otros no, pero íbamos para allá, y en este camino se empezó a dar una fraternidad. Muchos empezaron a buscarme para hablar, hasta personas que iban en fases avanzadas.  A mi hermano mayor, yo le decía que era mi hermano menor!  Fue muy chévere, porque yo decía “yo quién soy para hablar y decir mi opinión”, pero  yo me dedicaba  entonces más que todo a escuchar. Me di cuenta que escuchar ya era una ayuda muy grande, sobre todo escuchar y no juzgar. 

 El Líder Ramiro,  una persona totalmente clara en sus conceptos, en todo lo que nos decía, pero también le metía un sentido del humor a sus intervenciones. ¡El tiene una gran chispa!  A esta dinámica  de los 4 líderes yo  llamo “los 4 fantásticos”. Cada uno desde su manera, su modo, hacen un equipo fantástico y el hecho que hay una mujer en el equipo de líderes, la líder Dayra Guacas, ayuda bastante porque de por si somos tantos hombres, entonces ella representaba balance.  Eso aprendí! Yo antes  era muy auto-estricto en muchas cosas, pero el balance es muy importante. Con la líder Dayra se sentía como un balance, no que no haya disciplina, pero era un balance del tipo de contacto, porque la líder Dayra es muy amorosa y cariñosa, pero cuando era de ajustar tuercas, ¡nos las ajustaba!  


Entendiendo la dinámica de los 4 líderes, comencé a confiar totalmente en mi tratamiento porque comprendí el manejo que tienen del grupo, ellos  son personas que no estan improvisando nada, que conocen el manejo de grupo, saben como balancearlo y encarrillarlo. Cuando me di cuenta de esto dije, “ Gracias Dios por que estoy en el lugar correcto”. 


Justo con el líder Roberto cuando fuí a una cascada, fue ahí donde recobre mi conexión espiritual, porque yo no tenía una conexión espiritual y a raíz de eso empezaron a engranar muchas cosas, porque yo al creerme superior a todo, no le tenía miedo a nada, y no un miedo de “uy qué miedo, me pega me va a caer un rayo”, pero sí comprendí que había algo superior que si bien no me está vigilando, me ofrece  una mejor opción a lo que estoy haciendo,  que hay otro camino, que  y uno  lo siente  aunque  uno se hace sordo, pero se siente que ese camino a uno lo jala. 


Estando en la adicción, pensé que me iba a morir. En una ocasión llevaba dos semanas tomando, sin comer, sin tomar agua, estaba solo, no tenía a nadie, sentía que los ojos se me iban cerrando, y pensé que si me duermo, hasta ahí llegue y derrepente y sentí que algo me jaló, y pude arrastrarme hasta poder llegar a tomar un vaso de agua, fué así como estaba antes de llegar a Sol de los Andes, donde mi vida inició una profunda transformación.